Apoyados en una serie de documentos inéditos, archivos de prensa, entrevista a testigos claves e imágenes de antiguos noticieros de TVN, Peirano y Díaz, logran gracias a su profusa investigación, generar tensión dramatica en constante evolución, cuyo máximo clímax se producen cuando dan con el paradero de Uldecinda Mancilla, quien accede a dar por última vez su testimonio, a veinte años de ser advertido el caso por la justicia chilena.

Todavía corre el año 1985 y la partera que ejercio por mas de 50 años, tanto en Queilen como Quellon, Uldecinda Mancilla, concede una entrevista al diario La Cruz del Sur y confiesa en camara, rompiendo su largo silencio, y asegura que los restos de los bebes encontrados tenian cachos detrás de la nuca, seis dedos en las manos, siete dedos en los pies e incluso largas colas, correspondían a niños diablos, lo que segun la logica de sacerdote justificaba la inmediata eliminación sin cosultar a sus progenitores. Además, confiesa haber asistido y auydado, a una seguidilla de matanzas post parto, todas ejecutadas por un antiguo sacerdote polaco residente en Chiloé, conocido por todos los isleños como el padre Bruno Kulczewski, de familia acomodada que segun investigaciones, residian en la ciudad de Valdivia .La partera narra a sus 81 años con increíble lucidez y frialdad, cómo se fraguó todo entre ella, el padre Kulczewski y la complicidad de algunos hombres de Queilén. La misión era extirpar de la isla a los hijos del Trauco. Ante la inesperada confesión de la anciana, el juez del crimen Lisandro Reyes la cita a declarar. Era necesario saber por qué un hombre de la Iglesia Católica, había cometido semejantes crímenes.Engrosando una lista demasiada larga de crímenes impunes, el cura homicida nunca fue procesado, ya que el 7 de abril de 1968 unos lugareños encontraron el cuerpo sin vida de Kulczewski colgando de la viga mayor en la iglesia de Aituy, con una noto diciendo;

TODO FUE EN VANO, B.K...